Presentación

En el año 2014, en la Sección de Historia de la FIM, decidimos iniciar la publicación de un boletín semestral con una doble finalidad: dar cuenta de nuestras actividades e informar acerca de las publicaciones, proyectos de trabajo, reuniones científicas, etc. que consideráramos de interés para quienes comparten con nosotros y nosotras una visión política y socialmente comprometida de la investigación histórica. La iniciativa tuvo, desde el principio, una benévola acogida, que se fue confirmando y afianzando en números sucesivos, a medida que se introducían nuevos y más diversos contenidos y se ampliaba el espectro de colaboradores.

Paralelamente, continuando un trabajo ya iniciado con anterioridad, hemos venido realizando un persistente esfuerzo —siempre limitado por nuestras posibilidades y el alcance de nuestros instrumentos de expresión— en favor de la extensión del pensamiento marxista y crítico en el campo historiográfico, a través de jornadas de debate, encuentros y otras formas de difusión. Nuestra práctica y las reflexiones realizadas sobre la misma nos han llevado a la convicción de que existe un espacio creciente para el desarrollo de estas perspectivas, pero que se necesitan foros y plataformas adecuados que permitan superar la dispersión y el aislamiento de cuantos las comparten. Por esta razón, partiendo de la experiencia del citado boletín, nos planteamos dar el salto, arriesgado pero esperanzador, hacia su reconversión en una revista que, manteniendo las funciones de la antigua publicación, responda a las necesidades, cada vez más extensas, de un colectivo que, por fortuna, va creciendo y consolidándose, y de una comunidad científica en la que se detectan signos crecientes de interés por recuperar y desarrollar debates e incluso posiciones y propuestas que la avalancha postmoderna e idealista habían ido injustamente enterrando o soslayando.

El resultado tangible de la decisión tomada es nueva revista, bajo el título, colectivamente debatido y decidido, de Nuestra Historia. Revista de Historia de la FIM. Tal denominación contiene, obviamente, un guiño de complicidad y cierto sentido de homenaje a Our History, título que daba nombre a una serie de breves monografías publicadas por el célebre Grupo de Historiadores del Partido Comunista Británico, punto de partida de la más brillante escuela historiográfica marxista del siglo XX; pero, sobre todo, pretende subrayar el deseo de calidez y cercanía comprometidas con nuestros objetos de investigación. Al fin y al cabo, lo que pretendemos no es más que —siguiendo el pedagógico consejo de «nuestro» Gramsci a su hijo Delio— analizar a «cuantos más hombres sea posible», a la totalidad de los seres humanos «en tanto se unen entre ellos en sociedad, y trabajan y luchan y mejoran».

La revista, que aspira a sostener la periodicidad semestral, permitirá integrar artículos y resultados de investigaciones, sueltos o agrupados en forma de dossier monográfico, a la vez que se conservan y mejoran secciones ya existentes en el boletín (reseñas y críticas de libros, informaciones de encuentros y congresos, etc.), incluidas las noticias acerca de nuestras actividades. Incorporamos con carácter habitual una sección de entrevistas y pretendemos que nunca falte la presencia de «autores invitados», con el fin de divulgar en nuestro país el trabajo de investigadores de otras latitudes cuya contribución historiográfica consideramos relevante. Mantenemos y ampliamos secciones como las dedicadas a «Nuestros clásicos» o «Documentos de Nuestra historia», con la voluntad de divulgar, previa presentación, textos clásicos de la tradición marxista y documentos de no fácil acceso o interpretación, potenciando el papel de la revista como instrumento de trabajo y órgano de difusión del pensamiento crítico y emancipador. No podemos olvidar, en ese mismo sentido, una sección específica dedicada a la Memoria democrática.

Una revista es, sobre todo, una herramienta. En nuestro caso, aspiramos a convertirla en una plataforma amplia y abierta que practique el rigor de la Historia académica sin las servidumbres academicistas al uso, y que no rehúya el debate y la controversia intelectual. En esos términos de discusión fraternal y confrontación leal de análisis y propuestas, esperamos contribuir modestamente, desde nuestro campo, a la recuperación del pensamiento crítico frente al retroceso que, desgraciadamente, ha caracterizado las últimas décadas. Nos gustaría rescatar, con «nuestro» Marc Bloch, una Historia comprometida que se interese por la vida y el presente, y que ayude (como decía «nuestro» Pierre Vilar) a «pensarlo todo históricamente». Abogamos por una Historia particularmente sensible ante los mecanismos de la desigualdad, la explotación y la dominación que, como apuntaba «nuestra» Simone de Beauvoir a propósito de las mujeres, no son ni naturales ni biológicos, sino sociales y culturales; y que recoja de las luchas del pasado, como pretendía «nuestra» Ángela Davis refiriéndose a las esclavas rebeldes, «un legado de tesón, de resistencia y de insistencia en la igualdad» que nos ilumine y sirva de base en las nuevas batallas por el futuro. Queremos una Historia radical que, sin dejar de serlo, cumpla, como quería «nuestro» Thompson, «los niveles más exigentes de la disciplina»; que supere la fingida asepsia del academicismo y contribuya a la deslegitimación de los mitos, como deseaba «nuestro» Hobsbawm. Una Historia, en fin, que nos ayude —como pretende «nuestro» Fontana— «a denunciar la mentira de unos análisis tramposos que pretenden incitarnos a la resignación».

Propósitos tan ambiciosos no implican falta de realismo, siempre que los tomemos como un horizonte de trabajo y seamos conscientes de nuestro modesto punto de partida y de la necesidad de avanzar con prudencia, corrigiendo errores e incorporando nuevas y cada vez más amplias, diversas y plurales colaboraciones.

No queremos concluir esta sucinta presentación sin invitar a quienes comparten nuestros objetivos a colaborar en las actividades de la revista y, muy especialmente, a manifestarnos sus opiniones, sugerencias o desacuerdos, sean cuales sean. Ello incluye, obviamente, posibles valoraciones polémicas de nuestros contenidos que puedan abrir debates en las páginas de la revista. Así, Nuestra Historia será también suya o, mejor aún, ampliaremos el campo de ese nosotros potencialmente expansivo que se niega —como decía Hobsbawm— a «abandonar las armas» de la crítica, en un mundo que sigue necesitando, para esa tarea colectiva, la humilde pero a la vez imprescindible contribución de los historiadores.